Varia la luz y el color (amarillo/azul)

Varia la luz y el color (amarillo/azul)
Salomé Cuesta/ Bárbaro Miyares

El proceso (el transcurrir, el continuo). Nada acota absolutamente nada. Los trasvases antes de ser constantes –una cosa trasvasa, si no todo su contenido, al menos una parte significativa de él a(/) otros contenidos también de cosas. Dos planos de color son por igual dos zonas [formas] de luz –o bien formas-imagen. Dos frecuencias, por un lado, inducidas a la cohabitación y, por otro, una absoluta coincidencia, un accidente en medio de una relación cohabitativa mayor. De la relación dos planos de color (amarillo-azul) sólo interesa su naturaleza, o mejor la combinación complejidad-naturaleza-contextualización; el modo de división objetual (dimensiones, fines, medios) es limitado porque no supone cooperación sino simultaneidad; teóricamente ha de suponer una fisicalidad (un borde) que interrumpa el continuo y actúe como significación de las partes o del límite. Dicho de otra manera, cuando se piensa en un plano Amarillo, o en uno Azul, el ataque imaginativo [supone] construye necesariamente una imagen de iguales paralelos o simultáneos a los que se les opone, uno que es lo mismo, a la relación imagen-color (amarillo-azu) inicial que se comporta como imagen persistente. Cada dispositivo de transmisión deviene (necesariamente hace devenir) la naturaleza de la imagen inicial en otro cuerpo de cosa, en una en un “ya no ves lo mismo”, reconocible cada vez que sea encontrado en la experiencia.

La imagen apunta a lo desensillan. La cuestión es encaminar la estrategia práctica hacia la idea de una cierta relación con el modo en que obra la naturaleza, hacia la idea de las relaciones o bucles de cohabitabilidad de las cosas, o (en el obrar) hacia una experiencia de relacionar cuya objetividad práctica descansa en el principio de las configuraciones abiertas de los sistemas, y por consiguiente en la imposibilidad de total descripción. Esto es, dejar de someter cada obra (¿práctica?) al estado reducido (acabado, cerrado) de objeto-cosa –a toda obra generalmente se me hace tira unos límites: principios, finales, dimensiones o relaciones lógicas entre las partes. En tal sentido, y como principio de diferenciación, la ruptura con el esquema dimensión-fines-medios (proyecto-estructura-configuración), estaría encaminado hacia una conciencia del suceso (acción-contexto), del transcurrir complejo del obrar y la obra, hacia una conciencia de sustitución (en el uso) de la idea del objeto de la práctica plástica (dimensión-fines-medios) por la de objeto-proceso de conocimiento o configuración práctica abierta.

“los objetos se mueven, la calidad y la luz del día cambian, nuestra posición respecto a lo que contemplamos nunca es exactamente la mismaRudolf Arnheim, buscar referencia…” Rudolf Arnheim.

Imagen-dirección-esencia/ imagen-dirección-registro de lo real. El ángulo desde el que miramos los dos enormes planos de color (amarillo-azu) en este gran patio en el que nos encontramos no es exactamente igual al ángulo desde el que los advertimos al adentrarnos en él. Tampoco la calidad de la luz que hemos percibido al entrar en el patio de este palacio es la misma que ahora percibimos, i será en un instante. En cuanto a los planos amarillo-azu, en cada uno de ellos el color inicial a nuestro encuentro no es el mismo amarillo-azu que ahora observamos y no lo será pasado un tiempo. Así mismo la naturaleza de la imagen-color amarillo-azu, varía en correspondencia con el dispositivo que la acoge; el trasvase de la condición imagen-color inicial [física] deduce un desvanecimiento de su calidad-imagen primaria, pero, a la vez, instaura una nueva calidad-medio: la acogida por un dispositivo electrónico aporta a la imagen-color amarillo-azu una naturaleza numérica (digital) nueva, por lo que asegura su constancia (#ffff00, #4b0082). El trasvase sucesivo de la relación amarillo-azu, de su naturaleza división hacia una (otra) condición imagen-pantalla o imagen-luz es, a la vez, para (y desde) esas cualidades de sucesividad, una configuración progresiva que clasifica y una configuración especifica que diferencia.

Experiencia-relación-conocimiento. La consideración de la naturaleza [su modo de obrar], la cualidad y calidad de imagen (variaciones), pide los trasvases sucesivos de los medios (en tanto que dispositivo de registro y de transmisión de las imágenes-dato), más que una combinación de mensajes que en apariencia evocan contenidos hipotéticos y solamente ideales, es un posicionamiento en el uso mismo de cada comprensión: ver deberías seguir implicando pensar. Una experiencia de relacionar, como en este caso amarillo-azu, designa -y claro está que esta cognición tiene su base en los aspectos más generales de ello como relación– un campo de acción [viable] y su adecuación crítica (tal vez, aproximación crítica) a unos tipos de lenguajes-medios a los que ha de atribuírsele un carácter otro en la experiencia, pero sobre todo un cuerpo de imágenes tan específicas como la especificidad que demande el propósito. La cosa consiste en que comparezcan zonas o partes –todas relacionadas– que permanecen escondidas, consiste entonces en transmutar (en la nueva relación) el valor de lo ya visto en cada caso, de lo perdido a fin de cuenta por ser conocido (como lo verdadero y lo distinguido) en una y otra parte.



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